Mitos a desmontar y realidad científica
Ruidos, crujidos, truenos llaman nuestra atención: estimulan nuestros centros auditivos y lo interpretamos, lo tratamos como relevante para adaptarnos a una situación que podría poner en peligro nuestra vida o de una forma más agradable, dándonos señales de una situación de placer o un entorno agradable.
Por ejemplo, reconocemos el sonido de un arma de fuego y la conciencia colectiva lo asocia sistemáticamente con algo muy violento. Del mismo modo nos apoyamos en sonidos agradables como el del pequeño río de montaña que transmite esa sensación de fluidez, de salud… de bienestar. Los factores innatos o adquiridos dan forma a nuestras reacciones ante todos los estímulos que nos rodean.
Tabla de Contenido
Mito
Los sonidos emitidos por nuestras articulaciones no son una excepción a la regla. Y en el inconsciente colectivo, tiene una connotación más bien negativa, que algo anda mal. ¿Quién no ha escuchado en su familia, por sus abuelos o simplemente por sus padres, que tronarse los nudillos en las manos le traerá más artritis y problemas en el futuro?
Vamos a diseccionar las nuevas realidades que nos trae la ciencia: no podemos poner todo en la misma cesta. ¡Al saber y, por lo tanto, comprender lo que está sucediendo, queremos ayudarlo a no quedarse en la oscuridad!
Como quiroprácticos estamos constantemente solicitados por el público sobre este asunto del ruido porque gran parte de las técnicas que se utilizan para estimular nuestro sistema neuromusculoesquelético se basan en devolver la movilidad a las articulaciones que han perdido su flexibilidad. Así que la profesión quiropráctica tiene esta imagen firmemente pegada a la piel como profesionales que “hacen crujir los huesos”… y las leyendas urbanas que la acompañan.
Al ajustar segmentos articulares al nivel de las cervicales, el ruido o sonido debido al fenómeno de cavitación dentro de la articulación movilizada suele impresionar el público en general. Cuando más cerca del oído, más ruido.
Lo que la ciencia nos dice
De manera similar, el médico de California, Donald Unger, decidió tronarse los dedos de la mano izquierda solo dos veces al día durante más de medio siglo para ver si había alguna evidencia de que pudiera causar el desarrollo de una enfermedad degenerativa como la artrosis. Después de 36 500 movilizaciones voluntarias, los resultados no mostraron diferencias entre las dos manos(1).
Por esta investigación recibió el Premio Nobel IG en 2009, una parodia del prestigioso premio reservado a la investigación más loca que todavía te hace pensar. Y, si bien la validez del estudio es solo anecdótica, al menos le permitió desafiar un mito recurrente que asocia el crujido de los dedos con afecciones degenerativas . Es un estribillo heredado que todos los niños han escuchado de sus padres y abuelos y podría aplicarse a muchas situaciones.
Todas las articulaciones que tienen una cavidad articular con líquido sinovial (diartrosis) son las que normalmente pueden emitir este clic. Al estirar la articulación, se aumenta el volumen interno creando una depresión. Si el líquido contiene dióxido de carbono, nitrógeno y oxígeno disuelto, es capaz de emitir burbujas para compensar el aumento de volumen: al descomprimir una botella de cava o refresco, las burbujas aparecen acompañadas de un ruido: ¡pop! pffiii! Este fenómeno se conoce como cavitación.
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2015 primeras imagenes
No fue sino hasta 2015 que este fenómeno finalmente pudo mostrarse en imágenes(2). Podrás ver aquí este video
Muchos se asustan con los ruidos que hacen con las rodillas, los hombros o la columna, pero la buena noticia es que estos ruidos son perfectamente normales. De hecho, el 99% de todas las rodillas hacen más o menos ruido según un estudio.(3)
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Otros ruidos con otras fuentes
Las causas de estos ruidos no siempre son claras o fáciles de identificar, pero pueden ser estructuras en las articulaciones o tejidos blandos que se frotan y deslizan entre sí. La conclusión es que existe una asociación muy pobre con los ruidos y la patología en diferentes áreas de nuestro cuerpo.
El cuello, una parte sensible?
En el caso del cuello, ten en cuenta que queda muy cerca de la oreja. El sonido se transmite a través del hueso. Esto quiere decir que si nuestro cuello hace ruido, no pasa desapercibido. Tener estos ruidos en el cuello puede resultar más molesto que en otras articulaciones y puede llegar a asustarnos.
Si nos lesionamos el cuello en un accidente de tráfico, por ejemplo, este ruido puede deberse a que la articulación está inflamada o el cartílago ha sufrido daños. Las contracturas musculares reducen el rango de movilidad de la articulación dañada y aumenta las probabilidades de ruidos. A estos “bloqueos”, mayormente asintomáticos, les llamamos subluxaciones.
Si tenemos mucho dolor y los síntomas son muy debilitantes, el ruido puede incluso provocar una fractura. Obviamente, en esta situación clínica la necesidad de exámenes complementarios son prioritarios antes cualquier intervención. Por eso es tan importante poner este tipo de sonidos en el contexto de los síntomas. Los ruidos en el cuello sin síntomas de dolor o limitación no importarán en la mayoría de los casos.